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A no ser que vivas aislado del mundo, alguna vez habrás oído hablar de las criptomonedas y, seguramente, la que más te suene sea Bitcoin. Pero, alguna vez te has planteado, ¿qué es lo que hace que Bitcoin sea especial y diferente del resto de criptos? En este artículo intentaremos resolver esta duda básica que a todos nos ha asolado alguna vez.

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Bitcoin y oro, activos comparables.

La historia del dinero

Las criptomonedas son el eslabón más reciente que el ser humano ha inventado para solucionar un problema que viene desde el comienzo de la historia. Cómo conservar el valor económico y mantenerlo a través del espacio y el tiempo. Para entender qué es Bitcoin, antes debemos hacer un breve recorrido histórico, desde la misma Prehistoria hasta la crisis económica de 2008. Esto nos hará reflexionar sobre cuestiones básicas como: ¿Qué es dinero y de dónde viene? 

Del trueque a la moneda

Al principio, las sociedades se basaban en el sistema del trueque.  Alguien tenía una vaca, esta producía leche y se cambiaba esa leche a un agricultor que tuviera otro bien que se necesitase. Está claro que esto no era una forma efectiva y fluida de gestión a medida que la sociedad crecía. Por ello, ya desde el comienzo de la civilización,  alrededor del 2500 a. C., surgió la idea de que se necesitaba algo intermedio para canjear. Así es como nace el dinero.

La creación de monedas nace a la par del concepto de dinero y estas deben tener características esenciales:

      • Debía ser escasa. No puede ser, por ejemplo, una simple piedra, pues nadie iba a querer cambiar lo que habían producido con su trabajo a cambio de algo que se pudiera conseguir fácilmente.

      •  Difícil de reproducir. De lo contrario, todos producirían su propias monedas y habría una perdida de confianza en ella.

      • Fácil de portar. Para usarse como fuente de intercambio en mercados o lugares lejanos, debía ser transportada por uno mismo.

    • Debía ser perdurable en el tiempo. No podía estropearse con el paso del tiempo, puesto haría que perdiera su eficacia.

Todas estas características llevaron a que los metales preciosos fueran elegidos como la mejor opción. Siendo el oro el más empleado.

El Patrón Oro

Los billetes de papel nacen en China en el siglo VIII d.C, pero en Europa no se comenzarán a usar hasta el XVII. Este nuevo sistema se implementa a raíz de las guerras, pues las monedas se hacen de difícil transporte. Johan Palmstruch, fundador del Banco de Estocolmo, crea en 1661 los “Kreditivsedlar» (papel de crédito temporal). Este es un nuevo y gigantesco paso en la historia del dinero, el valor deja de estar intrínsecamente relacionado al soporte físico y se busca el respaldo de sus fuentes de emisión que, en última instancia, serán los Estados. Cada Estado podía registrar su propia moneda, la cual venía respaldada por sus respectivas reservas de oro. Esto se conoce como patrón oro.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se acuerda que el patrón oro sea respaldado por Estados Unidos, fijando el precio de cada lingote a 35 dólares. Esto es de suma importancia, pues al fijarse el precio del oro con respecto al dólar, el resto de monedas debían fijar sus precios en relación a él. Esto nos da una idea del porqué el dólar es, actualmente, la moneda que rige el mundo.

El valor de la creencia

Este patrón funcionó muy bien hasta 1971. Este año, Richard Nixon anuncia que los billetes emitidos dejarán de tener correspondencia con el el oro depositado en la Reserva Federal Norteamericana. Pasando del dinero fiduciario al dinero fiat. Este término proviene del latín y significa “que así sea”. Este es otro momento fundamental, pues el dinero fiat, llamémosle dólar o euro, pasa a tener el valor que nosotros y, sobre todo, los Estados quieran darle. Debe ser aceptado para que este sea válido, respaldándose únicamente en la confianza de la comunidad.

Esto lleva a que los bancos centrales, como Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo, tengan un papel mucho más activo a la hora de gestionar la política monetaria. Las tarjetas de crédito y los cheques nacen en los años 80 y se convierten en otro eslabón de la cadena de producción, totalmente extendidos en nuestra sociedad.

Así llegamos a la crisis económica de 2008, donde tenemos un nuevo paso en la historia del dinero: la criptoecomía. Esta crisis sacó a la luz la vulnerabilidad de los sistemas bancarios y generó una gran desconfianza hacia las instituciones financieras. Empujando a la sociedad a mirar hacia una nueva formulación del dinero, la cual no dependiera de ninguna entidad. En resumen, las criptomonedas.

 

El principio de Bitcoin

Como hemos visto en esta breve historia del dinero, las criptomonedas son la evolución más reciente de la economía y nacen de la mano de Bitcoin. Es por esto por lo que nos centraremos, únicamente, en explicar qué hace a Bitcoin especial.

Esta criptomoneda nace en 2009 de la mano de su misterioso creador Satoshi Nakamoto y según la página oficial del proyecto se define de la siguiente manera: “Una red consensuada que permite un nuevo sistema de pago y una moneda completamente digital. Es la primera red entre pares de pago descentralizado impulsado por sus usuarios sin una autoridad central o intermediarios”(https://bitcoin.org/es/).

Esto parece muy confuso al principio, pero lo que debes tener claro es que se trata de una moneda digital, la cual se fundamenta en la cadena de bloques o blockchain. Esto es interesante pues es la propia cadena de bloques la que registra y legitima las transacciones peer-to-peer (entre pares) que se realizan dentro de la red. Aunque la parte más relevante de esta moneda es que no depende de ninguna autoridad central, no depende del Estado. Algo que sí pasa con las monedas tracionales como el euro o el dólar. En el caso de Bitcoin son los propios usuarios los que gestionan las transacciones y las emisiones de una forma colectiva. La gente que usa Bitcoin para comprar o pagar lo hacen de una manera pública, en la que todos los datos de esa transacción (los nodos) quedan registrados en la blockchain.

Ya estamos puestos en contexto, ahora contestemos a la pregunta que nos atañe: ¿cuál es la diferencia entre Bitcoin y el resto de criptoactivos? Se debe hacer una distinción clara entre Bitcoin y el resto de criptomonedas. Aunque muchos de los criptoactivos que existen en el mercado tengan funciones más que útiles y que justifiquen su existencia, no son comparables. Bitcoin es especial, pues es el único que tiene la cualidad de ser un activo real digital.

Bitcoin: activo real

Un activo real es, por ejemplo, el oro. Aunque, ¿qué significa que Bitcoin sea un activo real? Esto quiere decir que no es el pasivo de nadie más, su valor no depende de que nadie haya prometido nada sobre él. Bitcoin es especial, dada depende de su escasez programada, de la irrevocabilidad en sus transacciones y, sobretodo, de inconfiscabilidad.

Su escasez digital es lo que la diferencia del resto de las criptomonedas. Estas deben ser consideradas como activos financieros, no como activos reales. En este tipo de monedas sí se promete algo específico de base. Por ejemplo, en el caso de una ‘stablecoin’ promete tener una estabilidad de valor con respecto a otra moneda, por lo que nos encontramos con una obligación del emisor para cumplir ese determinado compromiso.

Otros criptoactivos dependen de que, quien los haya emitido, ejerzan una serie de acciones. Por ejemplo, mejorar la red en la que se realizan las transacciones. Por tanto, su valor depende de determinadas personas que controlan o administran esta red.

Que Bitcoin sea visto como un activo real y no como un activo financiero es algo que se proyecta desde sus orígenes. En su nacimiento, cualquier persona pudo crear unidades de Bitcoin, en igualdad con el resto. No hubo nadie que acapara la oferta inicial de esta criptomoneda, todos los que en 2009 desearon minar este activo pudieron hacerlo en igualdad de condiciones que sus impulsores iniciales.

Bitcoin como reserva de valor

Bitcoin aspira a ser un activo monetario, un activo de reserva patrimonial a largo plazo. Esto es así porque se trata de un activo real, no depende de que nadie preserve su valor, pues el propio diseño de la red en una clave de escasez hace que este valor se resguarde. Tiene características que indican que esta defensa de su valor esta justificada. Como decía antes, las tres características fundamentales que hacen pensar que Bitcoin se pueda considerar una reserva de valor son: Primeramente, su limitación cuantitativa, veintiún millones de unidades. Segundo, la irrevocabilidad de las transacciones, pues una vez que se han validado no es posible echarlas atrás, no hay nadie que las controle. Por último, la inconfiscabilidad.

Conclusiones

Por todo esto, solo tiene sentido que Bitcoin haya uno. La escasez digital, que es lo que le da valor, no puede multiplicarse y aplicarse a todo el resto de criptomonedas. Si esta escasez se pudiera multiplicar dejaría de ser ‘escasa’, perdiendo así su utilidad como reserva de valor. Esto no quiere decir que el resto de criptoactivos no sean útiles o tengan valor. Su valor dependerá de ofrecer servicios distintos a los que ofrece Bitcoin.

Existen criptos que ofrecerán servicios específicos, como las ‘stablecoins’ antes mencionadas, pero no compiten en la misma liga que Bitcoin, pues como hemos repetido a lo largo de este artículo, Bitcoin es especial. Todo esto no quiere decir que Bitcoin sea un activo en el que invertir sin ningún tipo de riesgo, pero sí debemos tener en cuenta que se trata de una moneda digital única y no comparable a las demás.

Por tanto, algo que debemos tener claro que antes de invertir en cualquier otro activo es si podemos responder a las siguientes preguntas: ¿Cuál es el flujo de utilidades y valor que me ofrece esa determinada moneda? ¿Me fío del emisor de ese criptoactivo? En el caso de no encontrar esas utilidades o no tener confianza en los emisores, debemos plantearnos si realmente es el lugar correcto donde invertir.

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